viernes, 16 de julio de 2010

Excuse me??!!!

Compartiendo piso con Alber en el NYGreenwich pasamos una época un poquito dura económicamente que parecía que iba a impedir que siguiéramos viviendo a lo grande en breve espacio de tiempo así que decidimos apuntarnos al programa de ensayos clínicos del Mount Sinai Medical Center.

Nos habían contado que los requisitos eran mínimos y que los fármacos que probaban no eran ni mucho menos peligrosos.

¡Por supuesto que no les dijimos nada a nuestras familias! Ya se enterarían si no salía una tercera oreja o nos volvíamos de color azul.

Nos vestimos con nuestras mejores galas, sobrios pero elegantes y casual, y nos dirigimos hacia el hospital.

Una vez allí un chica guapísima aunque con exceso de nariz, cosa que era bastante común entre los empleados, nos indicó la planta y el área de investigación farmacéutica. Subimos a la séptima planta y tras un mostrador estaba una suerte de Mrs. Rottenmayer in white que mirándonos por encima de sus gafas nos preguntó que deseábamos. Albert con su desparpajo inocente habitual le pregunto en un inglés con perfecto acento británico:

"Disculpe señorita, ¿me podría confirmar si es aquí donde se experimenta con humanos?"

"Ex-quius-mi???!!!"

"Le pregunto que si aquí hacen experimentos con personas humanas!"



Yo no tenía palabras para lo que estaba presenciando. Lo tengo en una nebulosa pero se que era incapaz de decirle nada a Albert para que parara y lo último que recuerdo es la chica en cuestión apretarse un pinganillo de la oreja y decir:

"Security seventh floor"

martes, 18 de mayo de 2010

Garicotz

Cuando empezamos a darnos cuenta de que Garicotz existía llevaba casi dos años entre nosotros. Más de dos fueron los años que tardamos Nacho y yo en hacerle ver que quien parecía un amigo no era más que una megapersonalidad sin fondo.

Los amigos tuvimos la constumbre durante varios años de ir a visitar el cambio de la hoja en los bosques caducifolios del Área de los Tres Estados y claro, cuando Garicotz pasó a formar parte de nuestras vidas se vino a celebrar la llegada del invierno.

La cabaña de cázadores que tenía mi familia era simplemente eso, una cabaña de cazadores habilitada para las estancias ludico-festivo-románticas: Chimenea, una habitación con tri-tri-literas (total nueve camas: unos 50cm3 de oxígeno por persona), agua caliente limitada, limitadísima y eso sí, una bodega envidiable y lo más importante, saqueable.





Garicoitz estaba emocionadísimo con el fin de semana y preparó el equipaje justo: dos maletas con todo tipo de mudas, camisas de cuadros, plumiferos de varios colores y un par de zapatillas gazelle de color celeste que se volvieron de un color indeterminado con la primera pisada en el campo.

Bajó del coche y se maravilló del espectáculo del bosque con las miles de tonalidades del otoño y se volvió 180 grados para ver la cabaña. Fue aquí cuando el espectáculo de la caida de la hoja se quedó en nada en comparación con el que montó.

Los ojos del búho real son de chinito en comparación con cómo se quedaron los suyos. Corrió hacia la casa y entró para comprobar si por dentro ofrecía otras esperanzas mientras al exterior nos llegaban grititos sordos y no tan sordos. Por fín salió.

¡Agua potable limitada!, ¡No hay agua caliente!, ¡Sin calefacción!, ¡Vamos a morir todos!, Necesito contárselo a mi madre... nooooooo ¡no hay cobertura!

¡¡JAMAS ME HABÍA ENCONTRADO EN UNA SITUACIÓN TAN PRECARIA!!

jueves, 29 de abril de 2010

Albert

En la residencia que era mi casa cuando vivía en el Área de los Tres Estados había una norma concreta que pretendía fomentar la convivencia y consistía en que cuando en el gran comedor se empezaba una mesa se debía completar antes de ocupar otra.
Daba resultado porque en poco tiempo nos concíamos todos.

Pues bien, un buen día a la hora de cenar, al final de un día agotador y seguro que lleno de emociones entramos a cenar y coincidimos en la mesa con Albert, Frankie y yo entre otros. Cabe señalar que Frankie ya en aquella época digamos que arrastraba las eses más de lo socialmente aceptado, aunque con discreción. Bemo studiado en los mejore colegios. Despues de una ligera conversación acerca de algo superficial Albert se dirige a Frankie y le dice: Tú hablas un poco raro, ¿no? Después de unos brevísimos microsegundos de silencio todo siguió adelante. En ese momento se coló en mi vida y ya no se ha ido. Menos mal.

Menos mal porque junto a él han sucedido cosas increíbles, juntos hemos vivido y compartido algunos de los momentos más importantes de nuestras vidas, en los que estoy orgulloso de haber participado.

jueves, 22 de abril de 2010

Pepa

Pepa eligió la exclusividad de su corazón para fines mas altos y en ese recorrido hace pequeñas escalas para recomendar al mundo acerca de literatura.

Debe ser más joven de lo que parece porque aunque no ha perdido el contacto con el mundo universitario y ha hecho suyos los modos de expresión su cara trasmite un saber antiguo y maduro.

Es la librera perfecta, una mezcla de oráculo y espíritu aventurero que le lleva a una sinceridad a veces brutal. ¡Odio, odio, odio a Terenci Moix!, como hace el Capitan Garfio con Peter Pan.

Expresiva y a la vez intimista, en una de nuestras visitas Frankie le comenta que hacía tiempo que no la veíamos. Nos explica que ha tenido un problema médico y que ha estado ingresada. Lo normal dado el tono de voz y su actitud sorprendentemente reservada mientras se tocaba la rodilla, hubiera sido terminar ahí la conversación y centrarnos en alternativas a Tom Clancy (horreur), pero Frankie no, eso no iba con él así que le espeto: “¿Ah si eh?, ¿y de qué te han operado? A lo que ella contestó: “¡De algo a lo que a ti nunca te operarán!”
Ooops.

viernes, 16 de abril de 2010

Nacho

Je, je. No se por donde empezar para que pueda saber dónde acabar. Como introducción seré breve, brevísimo.

Primer recuerdo: furgoneta de color azul y cerveza en el monasterio de Roncesvalles. Había más gente, pero de ese viaje sólo quedamos dos: Nacho y yo, y nos ha cundido.

Último recuerdo: hacerse miles de kilómetros y presentarse en mi restaurante con una botella de tequila y dos copitas horrorosas, sólo porque me notó desanimado por teléfono. Allí sólo estuvimos los dos.

Entre todo eso viajes, comidas y cenas, noches y días, y al menos diez intentos de asesinato, generalmente con armas blancas y fuego.

martes, 13 de abril de 2010

Frankie

Un día de esos locos decidimos escaparnos a San Sebastián, hacía un sol espectacular al otro lado de las montañas por lo que previsiblente el Peine del Viento en la pleamar nos iba a calar hasta los huesos, con todo gusto. En primavera parece que todo apetece más.
Nos montamos en el coche de Nacho, un trasto de esos que se levantaba el morro al arrancar y a punto de partir unos golpes en la ventanilla llamaron nuestra atención. ¿A dónde vais? Antes de terminar de responder teníamos a Frankie sentado en el asiento de atrás. Hasta entonces solo era el chico que se había disfrazado de folclórica en la última fiesta de disfraces.
Desde ese primer momento y durante varios años fuimos inseparables. Gemelos univitelinos, una sola mente para lo bueno y lo malo.

jueves, 8 de abril de 2010

Pablo

Anoche justo antes de irme a dormir me acordé de Pablo. Me sucede muchas veces.
La primera vez que me pasó no me di cuenta. Pero a medida que me ha ido pasando me he ido preguntando porqué por la noche. La respuesta siempre es inmediata.

Los días con Pablo fueron buenos, muy buenos. Dias en la playa exibiendo nuestros jóvenes e insultantemente bellos cuerpos. Comidas descomunales, mojitos. Siempre nos ha gustado el moderneo cultural así que nos pavoneábamos por museos y exposiciones. Encuentros de jóvenes artistas en los que participábamos en la medida de lo posible. Festivales de cometas al sur de Francia, presentaciones de ropa interior en Roma. Los días con Pablo fueron buenos, muy buenos.

Pero las noches fueron brutales, insuperables, intensas, largas cuando debían ser cortas y muy cortas cuando deseamos que fueran largas.


martes, 16 de marzo de 2010

Sola

Pasa el tiempo y no sabe qué pasa. Desde lo alto a lo más bajo. Era una persona alegre, al menos eso hacía creer. Con cierta tendencia a la mentira.

Un recorrrido de pocos minutos lo convertía en una Odisea de la gente que lo saludaba. De vez en cuando recuerda cuándo competía por ver quién conocía a más gente. Rara era la vez que no ganaba.

Una vez hasta le agradecieron que fuera a un cumpleaños de alguien a quien no conocía. Aquello fue demasiado: "Muchas gracias por venir a mi cumpleaños", le dijo la joven, a lo que ella contesto que no se lo hubiera perdido por nada del mundo. Mucho más tarde supo que era la anfitriona.

Pero ahora no. Ella que era la Holly Golightly del Área de los Tres Estados se encuentra sola. Su área de influencia se desvanece, se ha desvanecido por completo y no queda más que el recuerdo. Ni las fotos, porque no las conserva, la entristecen.