viernes, 16 de abril de 2010

Nacho

Je, je. No se por donde empezar para que pueda saber dónde acabar. Como introducción seré breve, brevísimo.

Primer recuerdo: furgoneta de color azul y cerveza en el monasterio de Roncesvalles. Había más gente, pero de ese viaje sólo quedamos dos: Nacho y yo, y nos ha cundido.

Último recuerdo: hacerse miles de kilómetros y presentarse en mi restaurante con una botella de tequila y dos copitas horrorosas, sólo porque me notó desanimado por teléfono. Allí sólo estuvimos los dos.

Entre todo eso viajes, comidas y cenas, noches y días, y al menos diez intentos de asesinato, generalmente con armas blancas y fuego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario