jueves, 29 de abril de 2010

Albert

En la residencia que era mi casa cuando vivía en el Área de los Tres Estados había una norma concreta que pretendía fomentar la convivencia y consistía en que cuando en el gran comedor se empezaba una mesa se debía completar antes de ocupar otra.
Daba resultado porque en poco tiempo nos concíamos todos.

Pues bien, un buen día a la hora de cenar, al final de un día agotador y seguro que lleno de emociones entramos a cenar y coincidimos en la mesa con Albert, Frankie y yo entre otros. Cabe señalar que Frankie ya en aquella época digamos que arrastraba las eses más de lo socialmente aceptado, aunque con discreción. Bemo studiado en los mejore colegios. Despues de una ligera conversación acerca de algo superficial Albert se dirige a Frankie y le dice: Tú hablas un poco raro, ¿no? Después de unos brevísimos microsegundos de silencio todo siguió adelante. En ese momento se coló en mi vida y ya no se ha ido. Menos mal.

Menos mal porque junto a él han sucedido cosas increíbles, juntos hemos vivido y compartido algunos de los momentos más importantes de nuestras vidas, en los que estoy orgulloso de haber participado.

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